ONCE
El 31 de Diciembre de 1999, Donatella Versace celebra una fiesta de Nochevieja en Casa Casuarina, su mansión de Miami, donde me presentan a Guy Ritchie. Es agradable conmigo, y recuerdo haber pensado que parecía muy joven y un buen tipo. Va vestido de manera convencional con una camisa blanca, unos pantalones azul oscuro y una chaqueta, y pronto me gano su simpatía. Es afable y respetuoso y da la sensación de que sería divertido salir con él. Sin embargo, me digo a mí mismo que dudo que vaya a durar más que el ciclo normal de relaciones de dos años de Madonna.
Voy al jardín con mi buen amigo San Sehres. Donatella está sentada ante una mesa rinconera y viste un glamuroso vestido plateado. Está preciosa pero parece deprimida, probablemente sigue pensando en Gianni y en sus momentos felices en la mansión. Fuma sin parar, un cigarrillo detrás de otro que enciende con un mechero rosa con relucientes diamantes. A su lado tiene sus propios paquetes especiales de Marlboro, diseñados y fabricados exclusivamente para ella en el atelier de Versace en Milán en los que se han sustituido las palabras “FUMAR MATA” por sus iniciales en letras góticas.
Nos tomamos unos cócteles con ella en la mesa junto a Madonna, Guy Ritchie, Rupert Everett y Gwyneth Paltrow, que en esa época tontea con Guy Oseary, quien se encarga de Maverick Records por Madonna, y se sienta cerca de él.
Justo antes de medianoche, Ingrid (Casares) sale corriendo al jardín.
- Ha llegado J. Lo –anuncia-, y no nos hablamos con ella.
Entonces recuerdo que Gwyneth y Madonna están enfadadas con Jennifer López a causa de un artículo reciente en un periódico en el que según un periodista dijo que Madonna no sabía cantar y que Gwyneth no sabía actuar. Algo poco sensato.
Todo el mundo le hace el vacío, menos Donatella y yo.
A las doce en punto, todos nos olvidamos por un momento de la tensión con J. Lo y nos reunimos ante la pantalla del televisor para ver cómo se celebra
Bailo con Donatella sobre la acrílica posta de baile que cubre la piscina inferior de incrustaciones de oro. Entonces alguien, no recuerdo quién, se acerca a mí y me susurra al oido que unos cuantos vamos a hacernos medio botella de éxtasis.
Sobre las dos de la mañana todos vamos a la sala VIP del bar Room, la nueva discoteca de Ingrid.
Todos bebemos Veuve Clicquot y no hay duda de que todo el mundo lo está pasando bien.
Madonna, Gwyneth, Ingrid, los dos Guys y yo estamos en un reservado.
Gwyneth me lanza una mirada pícara y lasciva
Yo me levanto y la empujo a la pista de baile.
Hacia las cuatro de la mañana, Madonna, que está como una cuba, baila encima de la mesa. Gwyneth se une a ella y bailan juntas. En medio del baile, Madonna agarra a la actriz y le planta un beso en la boca.
Así es esa noche.
Mi amigo Dan ha venido con un chico de diecinueve años a la fiesta. El chico no para de tocarse la entrepierna. Madonna, que lleva un Versace rosa de chiffon hasta la rodilla, baila con un grupo de personas. Todos quedamos bien juntos y lo sabemos. De repente, el muchacho se aprieta contra Madonna, se pone entre nosotros, la rodea con sus brazos y bailan algo lento muy pegados.
En un instante, Guy Ritchie atraviesa la pista de baile. Le da una patada en la pierna al muchacho para llamar su atención y lo aleja de Madonna a rastras. Entonces le levanta el puño. Yo aparto a Guy y saco al chico de la sala.
El momento pasa. El baile empieza de nuevo.
Estoy en la pista de baile con Gwyneth una vez más
De repente siento que alguien se acerca por detrás
Guy me agarra y empieza a zarandearme arriba y abajo como una muñeca de trapo
- Suéltame! –le digo
Por fin me libro de sus brazos de acero
Le empujo contra la pared y le clavo las caderas
- Si quieres bailar conmigo, así es como lo hacemos aquí –le digo en tono grave
El se ruboriza y se aparta
Me alejo y no me vuelvo a fijar en él. Rupert, sin embargo, nos observa atentamente y, por lo visto, sí se fija. Más adelante, en su autobiografía comenta: “Guy y Chris eran de dos planetas diferentes y, en cierto modo, el éxito de uno dependía de que el otro no estuviese alli”. Sin embargo, en ese momento no me fijo en cómo actúa Guy porque estoy distraído con un escándalo en la pista de baile. Dos personas están consumiendo drogas abiertamente. Los de seguridad los agarran y los echan.
2 comentarios:
Me lo creo todo y no me creo nada.
Claro! vamos 3! Yo, Maika y su maleta, que vale como si fuéramos 6... que miedo nos da todo! la policía con sus extorsiones porque como nos pidan el salvoconducto que te dan en tu alojamiento y con el que tienes que ir siempre encima, y no lo tengamos porque hasta el lunes no nos dan el del primer apartamento, nos pedirán dinero, que nos dijeron en Iberusia que la cosa sigue funcionando así!... las contraseñas para las discotecas!... para comprar Cristal diremos Swarosvsky y punto!
Lo contaremos todo a la vuelta!
Y los modelos, que nos cuenta el del blog que la gente va o muy arregladísima, si el sitio es de arreglados, o muy underground, si el sitio es muy underground. Que no hay término medio. Y nosotros que somos!?!?! Marisas Medinas!??!?!
Besitos!
Y me lo sigo creyendo todo y no me sigo creyendo nada, aunque Donatella y sus marlboros con mechero de brillantes creo que es lo más creible. Esa es capaz.
Publicar un comentario